La palabra chamán proviene del tunguso xaman o chaman, que significa que sabe más que los demás, principalmente en cambiar los estados de las personas, de una manera desconocida o esotérica. Entre estas maneras se encuentran: la visualización remota, la sanación, hablar con espíritus, hablar con las plantas y animales, predecir el clima, descubrir cosas ocultas, el manejo de la magia, sanación espiritual, entre otras. El Camino del Chamán comienza con su propio Cuerpo e implica la creación, control, almacenamiento, canalización, cambio, y liberación de energía. Un Chamán percibe su Cuerpo como una agrupación luminosa, un acto sagrado, un acto vertiginoso de poder y belleza. Explorando su Cuerpo, él se convierte en un especialista en vibración, armonía, y balance. Curioso por cruzar a otras dimensiones, su conciencia se extiende y llega a ser como un pararrayos. Cuando esa conciencia es iluminada, su Cuerpo conecta esta energía a tierra y la descarga a fin de que no haga daño.

La Mujer dentro del Chamanismo.

La verdadera mujer chamán nace de entre las profundas ramas de la naturaleza, conociendo el dolor y el sufrimiento que cultivan el alma; amando desinteresadamente a todos sus semejantes, sirviendo con humildad, y la humildad es su fuerza y su coraza protectora, y el servicio su virtud ofrecida para los demás; no compite con el hombre, colabora con el para buscar la Paz, la Luz y la Sabiduría y sobretodo el amor a Dios.